Bonito el color del pelo de esta señorita,
bonito el olor a abeja de su zumbido,
bonita la calle,
bonitos los pies de lujo bajo los dos zapatos áureos,
bonito el maquillaje de las pestañas a las uñas,
lo fluvial de sus arterias espléndidas,
bonita la physis y la metaphysis de la ondulación,
bonito el metro setenta de la armazón,
bonito el pacto entre hueso y piel,
bonito el volumen de la madre que la urdió flexible y la durmió esos nueve meses,
bonito el ocio animal que anda en ella.
Gonzalo Rojas
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