Con las muescas de los años en los cuernos,
desdentada, envejecida, macilenta;
la ha golpeado el arriero despiadado
en los campos de pastoreo.
Su corazón detesta el ruido
de las ratas en los rincones.
Sólo piensa tristemente
en su ternero de albas patas.
No supo la madre de su hijo
ni de primera alegría.
En la estaca bajo el pobo
la brisa agitó un cuerecillo.
Pronto en el campo de avena y viento
sufrirá el mismo destino,
le echarán un lazo al cuello
y partirá hacia la muerte.
Ya sin fuerzas, lastimera,
golpeará con sus cuernos la tierra...
Ahora sueña con bosques blancos
y prados de verde hierba.
Sergei Esenin
(trad. Gabriel Barra / Jorge Teillier)
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