En su alazán sin freno ni montura
regresa Octubre, el de la rosa plena,
el de la vara fiel de la azucena
y un topacio de sol en la cintura.
Regresa Octubre ardiendo en la dulzura
de la asombrosa faz de la sirena
y del tritón nupcial, sobre la arena
donde quiebra la ola su aventura.
Aquí está Octubre y un ramal de llanto
contra la boca me divide el canto
en sollozo y poema oscurecido.
En la frontera de mi aurora yerta
abre este Octubre una dorada puerta
y me lastima su fulgor erguido.
Juana de Ibarbourou
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